Friday, July 28, 2006

Lectura para rocio
La cámara oculta y la ley
Marc Gunther *

El juicio que la empresa Food Lion ganó contra la cadena ABC por la utilización indebida de cámaras ocultas y uso de nombres falsos, forzó a la prensa a reexaminar los métodos de investigación.
Cuando un jurado de Greensboro, Carolina del Norte, dictaminó que el programa "PrimeTime Live", de la cadena televisiva ABC violó la ley cuando utilizó una cámara oculta en una investigación sobre la cadena de supermercados Food Lion, periodistas, abogados de la prensa y defensores de la Primera Enmienda, expresaron su disgusto. Enseguida comenzaron a hacerse terribles predicciones acerca del efecto que podría tener la decisión del jurado y la recompensa de $5.5 millones de dólares por daños punitivos, que deberá pagar la ABC.
El veredicto inicial coincidió con el de un jurado federal de la Florida, que determinó que la ABC y uno de sus productores deberán pagar 10 millones de dólares a Alan Levan, un banquero de Fort Lauderdale, en una demanda judicial por publicación de libelo. Como la anterior, esta decisión fue vista más como una amenaza contra la prensa que como un escarmiento contra el tipo de periodismo que hace la cadena ABC.
Una de las reacciones típicas fue la de Bruce Sanford, abogado de Washington que se dedica a asuntos de la Primera Enmienda. Sanford declaró a la Associated Press (AP) que el jurado estaba "castigando simplemente al mensajero". Sandra Baron, directora ejecutiva del Centro de Recursos para la Defensa de Demandas por Libelo (Libel Defense Resource Center), dijo al New York Times que reclamos judiciales como ese podrían conducir a los reporteros a "practicar una cautela, en ocasiones tal vez innecesaria". Más tarde, en una entrevista concedida a American Journalism Review, la propia Baron afirmó: "Sería una pena que, a causa de lo que cuesta defender un caso en los tribunales, se dejen de hacer buenas historias".
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Un tribunal de EU anula la sentencia contra ABC
A finales de octubre de este 1999, un tribunal de apelaciones en Estados Unidos anuló la sentencia condenatoria contra la cadena de televisión ABC por el uso de cámaras ocultas en la realización de un reportaje de investigación sobre la cadena de supermercados Food Lion, transmitido en el programa "Prime Time Live", en el que dos reporteros demostraron prácticas insalubres en el manejo de alimentos a la venta pública.
Sin embargo, los dos reporteros fueron condenados a pagar un dólar de multa, cada uno, por haber utilizado identidades y referencias falsas para obtener trabajo como dependientes en una de las tiendas, lo que les dio acceso a las plantas procesadoras de alimentos de esa empresa. La sentencia original obligaba a ABC a indemnizar a Food Lion con 5.5 millones de dólares.
La sentencia absolutoria y final ("ABC tenía como único interés beneficiar al consumidor") no fue unánime: dos jueces fallaron en favor de ABC y uno votó en contra, lo que sólo resalta lo controversial del caso.
Si bien la decisión "es una victoria para la tradición estadunidense de periodismo de investigación", según las palabras de David Westin, presidente de ABC News (citado por El País), esto no elimina el debate de fondo sobre los medios de que nos valemos los periodistas para acceder a la información. Antes, al contrario, deberá reavivar un debate deontológico que busque el equilibrio entre las prácticas éticas profesionales y el beneficio social de la justificada denuncia pública a través de los medios.
(Gerardo Albarrán de Alba)
Es cierto. Pero puede que tener un poco de cautela –quizás incluso innecesaria– no sea tan mala idea. Las evidencias que salieron a la luz en las demandas judiciales entabladas por la cadena Food Lion y por el banquero Levan, indican que, en estos dos casos, las dos revistas noticiosas de la ABC actuaron sin ninguna cautela. Por el contrario, en ambos, los demandantes tenían pruebas suficientes para demostrar que "Prime Time Live" y "20/20" actuaron irresponsablemente en el proceso de investigación y en la presentación de las noticias.
Pero estos no son incidentes aislados. En el pasado, "Prime Time" perdió otras dos demandas judiciales por utilizar cámaras ocultas; ha tenido que presentar disculpas públicas, y se ha visto forzado a pagar 15 millones de dólares en gastos legales para resolver una demanda de 10.000 millones de dólares presentada por la compañía tabacalera Philip Morris. Cada uno de estos juicios pone en riesgo la credibilidad de la cadena y afecta la causa de los periodistas serios en cualquier lugar del mundo.
Pero a menudo, ante casos como este los periodistas no se concentran en analizar los errores, sino que solo miran hacia las peligrosas implicaciones de los veredictos judiciales. De hecho, los reporteros y las organizaciones de prensa cierran filas cuando importantes corporaciones como Food Lion o Philip Morris demandan a las principales cadenas de noticias del país.
Agrupaciones tales como el Centro de Recursos para la Defensa de Demandas por Libelo, y el Comité de Reporteros por la Libertad de Prensa, que reciben grandes donaciones de las organizaciones de prensa y de los abogados de éstas, afirman que los tribunales no son el lugar apropiado para resolver las quejas contra la prensa. Y probablemente estén en lo cierto. Según Baron, "La Primera Enmienda –si sirve para algo– debe proteger a los reporteros de tener que ir a la corte para defenderse de acusaciones de que han sido injustos", afirmó.
Pero quienes se sienten víctimas de alguna injusticia periodística no tienen otro lugar a donde ir a quejarse. En teoría, las partes ofendidas pueden acudir con sus quejas a un medio de prensa de la competencia, pero, en la práctica, pocos reporteros disponen del tiempo o de la inclinación para investigar los detalles de una queja contra ABC News, "Dateline NBC" o "60 Minutes". Por lo general, hasta ahora los periódicos, revistas y las cadenas de noticias, han ofrecido solo una cobertura superficial de quejas de ese tipo, con pocas excepciones como el Washington Post y el Wall Street Journal. Y lo que es más, solo los tribunales pueden obligar a las cadenas a abrirse al escrutinio y a responder a preguntas sobre cómo y por qué realizan determinadas historias, y ofrecerle al público una visión de cómo se prepara una historia.
Las demandas judiciales merecen un análisis más profundo porque muestran la verdadera imagen tras las bambalinas de los programas de noticias. Esta imagen, por cierto, no es siempre agradable. De hecho, mientras más he profundizado en el trabajo que realizan los programas de noticias de las grandes cadenas televisivas, más preocupado me siento. Mi punto de vista se ha conformado gradualmente, luego de leer miles de páginas de documentos legales y entrevistar a decenas de personas, no solo a aquellos que han demandado a las cadenas, sino también a otros que están dentro de la industria y se ven afectados por la manera en que se practica el periodismo en este tipo de programas.
Un importante ejecutivo de una cadena de televisión me comentó recientemente: "El periodismo investigativo en televisión es sumamente controversial. En su mayoría es muy bueno, pero muchas veces es más un periodismo de impacto que uno dedicado a verter luz sobre un asunto en particular". Otro ejecutivo dijo: "Me preocupa que las revistas noticiosas le hagan daño a este negocio. Una vez que uno comienza a competir por quedar en el primer lugar en los horarios estelares, cae en una espiral hacia abajo".
Ese es el centro del problema. Las revistas noticiosas que se transmiten en los horarios estelares compiten por audiencia con programas de entretenimiento. Por tanto, viven bajo la presión de escribir historias claras, simples, con víctimas y villanos, y preferiblemente ilustradas con imágenes de gran fuerza. Que una cadena muestre una imagen negativa de un individuo o de una compañía de conducta intachable, es realmente poco común. Lo más habitual, sin embargo, es que en el afán de entretener y simplificar las cosas, los matices y el balance queden opacados."
No todos están de acuerdo con esta perspectiva. Roone Arledge, presidente de ABC News, afirma –con razón– que algunas de las muestras del mejor periodismo que se está haciendo hoy en día son programas como "PrimeTime", "20/20" y "60 Minutes". Arledge defiende a capa y espada la historia sobre la cadena Food Lion. "Esa era una historia importante. Era real. Era casi ciento por ciento tan perfecta como cualquier otra historia que hemos hecho en el pasado".
Confiar en la ABC
Si usted no vio el programa, es casi seguro que ya ha escuchado hablar sobre el tema. En 1992, el espacio "Prime Time", de la cadena ABC, transmitió un programa en el que acusaban a la cadena de supermercados Food Lion, de vender carne en mal estado, pescado puesto a remojar en productos químicos para ocultar su fetidez, queso mordido por ratas, y hasta productos sacados de basureros llenos de moscas.
Es probable que usted también haya escuchado hablar sobre cómo Lynne Dale y Susan Barnett, productoras de ABC News, mintieron e indujeron a otros a mentir para conseguirles trabajo en supermercados Food Lion de Carolina del Norte y Carolina del Sur. Dale, en particular, mintió incluso en su solicitud de empleo. "Me encanta trabajar envolviendo carne. Me han dicho que Food Lion es una magnífica compañía. Me encantaría trabajar aquí", escribió. Pero además, persuadió a su dentista para que diera una recomendación falsa sobre ella. Justamente de esto se valió Andrew Copenhaver, abogado de Food Lion, para preguntarle al jurado: "¿Puede alguien confiar en la cadena ABC? La mentira es parte de la esencia de ‘PrimeTime Live’", agregó.
A pesar de afirmar que el programa fue falso e injusto, Food Lion no presentó una demanda por libelo. A esto se ha referido la ABC en repetidas ocasiones. "No atacaron la historia porque sabían que era cierta", afirma Arledge. La cadena de supermercados hizo una reclamación por fraude, violación de la propiedad e incumplimiento de deuda fiduciaria pues, una vez contratadas por la cadena de supermercado, las productoras de la ABC debían serle leales a la compañía. Estos puntos, que tienen que ver con la manera en que se recopiló la información y no con el programa en sí mismo, fueron la esencia del debate en los tribunales y el aspecto fundamental que se tuvo en cuenta a la hora del veredicto.
Disparar antes de preguntar
Los reportes de prensa publicados sobre el caso, en su mayoría se refieren solo al uso de las cámaras escondidas y no van más allá, para examinar los errores que se cometieron en el transcurso de la investigación y en la edición de la historia. Los documentos muestran, por ejemplo, que las productoras de la ABC solicitaron empleo en la cadena Food Lion tan pronto como la historia fue aprobada. Según las regulaciones de la propia cadena ABC, sin embargo, las cámaras escondidas deben utilizarse sólo después de intentar otros medios de conseguir la historia. En el caso de Food Lion, la ABC debió haber revisado primero los reportes federales de inspecciones de sanidad realizadas a Food Lion, para informarse sobre el índice seguridad de la compañía a lo largo de su historia. O bien las productoras pudieron haber comprado alimentos en cualquiera de las tiendas y someterlos a pruebas de laboratorio para determinar si estaban contaminados. Esta habría sido la prueba más efectiva de que la salud de la gente estaba en peligro. Pero ninguna de estas variantes fueron ni tan siquiera consideradas, según se demostró en los documentos presentados durante el juicio.
En efecto, la ABC prefirió disparar antes de preguntar.
Y lo que es más, durante meses, las productoras de la ABC estuvieron muy involucradas en el Sindicato de Empleados del Comercio y la Alimentación, que ha emprendido una amarga campaña contra Food Lion porque sus trabajadores no están asociados a ningún sindicato. Fue el propio sindicato el que le sugirió a la ABC que realizara la historia y más tarde puso a sus productoras en contacto con trabajadores de Food Lion dispuestos a testificar sobre supuestos problemas en la manipulación de los alimentos. El Sindicato de Empleados del Comercio y la Alimentación hizo también todos los arreglos necesarios para que Dale y Barnett fueran a aprender las operaciones de un establecimiento de venta de carnes y especialidades, de manera que pudieran actuar como trabajadoras experimentadas. Además, gracias a la amistad con dueños de supermercados, les consiguieron referencias falsas a las productoras y a un camarógrafo de la ABC.
Por lo general, los reporteros siempre buscan información de quienes tienen algo en contra de las compañías sobre las que investigan. Y de esta búsqueda muchas veces salen historias legítimas. En este caso, a diferencia de lo común, el sindicato estuvo íntimamente involucrado en el proceso de investigación.
Detalles ocultos
Finalmente, el hecho de que la ABC no le dio a conocer a los televidentes aquellos detalles que podían socavar la solidez de su historia, fue determinante. Empecemos, por citar el ejemplo de los informes estatales de sanidad. Según el Times-Dispatch, en 1992, en el estado de Virginia, Food Lion ocupó el tercer lugar en el cuidado de las normas de sanidad, entre ocho importantes cadenas de supermercados. Por otro lado, Food Lion era entonces la cadena de supermercados que estaba creciendo más rápidamente en todo el país. Lo más importante, es preciso tener en cuenta lo que se pudo sacar en limpio de las varias horas de vídeo, grabadas con una cámara oculta. Las transcripciones de las cintas, presentadas en los tribunales, incluyen más de 50 horas de imágenes que nunca se transmitieron, y en las que se demuestra que parte del material transmitido por la cadena fue sacado de contexto.
En el programa se ve cómo un empleado de Food Lion huele una bandeja de dulce y asegura que tiene mal olor. Al aire se dice que ese producto estaba en venta, pero Food Lion riposta basándose en que en otras tomas no utilizadas se aprecia que la bandeja no estaba en el mostrador, sino en un área de trabajo, y a punto de ser echada a la basura.
Y no hay dudas de que, en partes del vídeo que no se mostraron, tanto Dale como Barnett tratan de forzar la conversación para que trabajadores de Food Lion discutan sobre los alimentos en mal estado. Aún así, la respuesta no era siempre la que querían. Un empleado de Food Lion, por ejemplo, afirma: "Podría llenar el dormitorio donde vivo con la comida que boto aquí". Otro trabajador, que primero se queja de que una salsa está en mal estado, dice luego que el gerente del supermercado le aconsejó que ante la duda de que un alimento esté descompuesto, era preferible botarlo. Según asegura, eso es lo que él hace.
En la historia de la ABC no aparece ninguna referencia favorable a la cadena de supermercados Food Lion.
Robert Lissit, profesor de periodismo de la universidad de Syracuse y exproductor de una cadena de televisión, fue contratado por Food Lion como testigo de experiencia. Lissit afirma que "Prime Time" cometió violaciones flagrantes de la ética periodística al editar engañosamente la cinta grabada con una cámara oculta.
David Westin, presidente de la ABC y exconsejero corporativo de la cadena, quien ha seguido cuidadosamente este caso, admite que los productores debieron revisar primero los reportes públicos de las inspecciones a los supermercados Food Lion, y coincide en que el programa pudo haber tenido un balance más cuidadoso. En cuanto a la edición, afirma: "Nunca dijimos que cada uno de los pedazos de carne eran manipulados indebidamente. Por lo tanto, el hecho de que en algunos casos las cosas se hicieron bien, o incluso si fue así en muchas ocasiones, no es realmente lo determinante", dice.
En cuanto a la sugerencia de que la ABC pudo haber llevado muestras de productos de Food Lion a un laboratorio clínico, ejecutivos de la cadena dicen que aún así la compañía habría cuestionado los resultados de las pruebas. Según consideran, solo las imágenes tenían la fuerza suficiente para probar el caso.
El que ABC News utilizara la colaboración del Sindicato de Empleados del Comercio y la Alimentación, no es inusual, según el criterio de Westin. Es frecuente, dice, que los reporteros busquen información a partir de personas relacionadas de cualquier modo con el asunto y que después las comprueben contra otras evidencias. Westin añade que la ABC contactó a 70 empleados de Food Lion que confirmaron on-the-record las afirmaciones de que las medidas de sanidad en esa cadena de supermercados eran pobres. Y, además, afirma que la ABC hizo todo lo posible para obtener el punto de vista de los ejecutivos de Food Lion antes de que la historia saliera al aire, y que incluso, se les presentó un resumen detallado de todas las acusaciones que se les harían en televisión.
"Ellos dijeron que no conversarían con nosotros hasta que no nos comprometiéramos a no utilizar la cinta grabada con una cámara oculta", explica. Cuando al fin el programa salió al aire, la ABC News y Food Lion –que ya había presentado una demanda para tratar de detener la transmisión del espacio– ya eran grandes antagonistas.
Westin, a quien se le conoce como un hombre íntegro y justo, sigue convencido de que la historia se ajustaba a la verdad y era precisa al abordar el tema. Y tal vez lo fue, pero el hecho de que, para lograrla tuvieron que utilizar personas encubiertas, debió haberlos motivado a esforzarse más para que el resultado fuera una historia escrupulosamente justa.
La reputación perdida
Aún cuando Alan Levan acaba de ganar una demanda judicial por 10 millones de dólares, no parece estar muy contento. En enero, unas pocas semanas después de ganar el caso contra la ABC, Levan, de 52 años, presidente de la junta directiva de BankAtlantic Bancorp convocó a una conferencia de prensa en el National Press Building, de Washington, D.C. Solo tres reporteros asistieron. Ninguno de los presentes representaba a los más importantes periódicos, revistas o cadenas de televisión del país, ni tampoco trabajaba para un espacio noticioso con el impacto de "20/20," el programa que en 1991 transmitió un segmento sumamente crítico hacia Levan. Según Levan, lo que más desea es recuperar su reputación, pero no sabe cómo.
Cada vez que ve el programa, dice, siente un malestar en la boca del estómago que lo hace ponerse a la defensiva y a la vez, lo lleva a sentirse completamente desprovisto de ayuda.
La historia de Levan es complicada, aunque no se mostró así en "20/20". El corresponsal, John Stossel, y el productor, William Willson, lo presentaron como un adinerado e inescrupuloso hombre de negocios que se hizo de una buena cantidad de dinero a costa de pequeños inversionistas a los que más tarde se negó a darles la cara. Según la historia, Levan tampoco quiso responder a las preguntas de la cadena ABC. La historia, declaró Stossel, narraba una "pesadilla en la que se vieron involucrados pequeños inversionistas", y el hombre que estaba detrás del asunto "no quiso hablar con nosotros". Esto último no fue cierto.
La historia de "20/20" giró alrededor de un tipo de transacción conocida como roll-up (retroceso), que Levan había creado hacía un tiempo atrás. En un inicio, el banquero le vendió a pequeños inversionistas miles de acciones como socios de un negocio de bienes raíces. Cuando el negocio de los bienes raíces decayó considerablemente, Levan convenció a los inversionistas para que aceptaran entregar sus acciones a cambio de bonos respaldados monetariamente por su banco. Pero sucedió que esos bonos se estaban intercambiando por una suma mucho menor al valor de compra de los mismos en ese momento. El negocio de Levan fue cancelado en 1994, tres años después de que la historia salió al aire en "20/20" y de que los irritados inversionistas pusieran una demanda en su contra. Todos estos hechos parecerían justificar el punto de vista de Stossel, pero no es tan simple.
Aunque los inversionistas ganaron el proceso judicial contra Levan, más tarde él apeló y llegó a un acuerdo con las partes. En ese caso el juez declaró: "las pruebas ofrecidas para apoyar el veredicto [contra Levan] no convencieron a la corte." Y lo que es más, BankAtlantic, que respaldó monetariamente los bonos, ha mostrado durante los cinco años posteriores al incidente un aumento de sus ingresos y sus ganancias. En resumen: las cosas no le salieron tan mal con el programa de "20/20".
Cualquier persona razonable podría estar en desacuerdo en cuanto a si el negocio establecido por Levan fue un trato limpio. Pero también cualquier persona razonable que haya visto el espacio de "20/20" se habría quedado con la impresión de que Levan era el villano del cuento, fundamentalmente porque en varias ocasiones lo mostraron tratando de evitar a Stossel y a los descontentos inversionistas. La verdad, de nuevo, es más compleja. En realidad Levan conversó off-the-record durante seis horas con Willson, el productor, y quedaron de acuerdo para una entrevista en cámara, bajo ciertas condiciones. El acuerdo se rompió solo cuando Willson le informó que la ABC quería preguntarle sobre su divorcio. Más tarde Levan ofreció conceder una entrevista, pero bajo la condición de que apareciera sin editar, o en vivo. La ABC rechazó su propuesta, diciendo que no iban a cederle el control de su espacio. (Pero en realidad hay excepciones. La ABC le permitió a Michael Jackson aparecer en vivo en "PrimeTime", y se las ingenió para conseguir el espacio de tiempo necesario para transmitir el vídeo sin editar.) Este, pues, era "el hombre que se negaba a hablarnos". La idea de que Levan estaba escondiéndose de la ABC se convirtió en el centro de la historia, reforzada por imágenes de la puerta de una bóveda de un banco que se cerraba, y por la acusación de que a la ABC se le había impedido entrar a una reunión de los socios de Levan. Stossel llevó sus cámaras incluso a Wall Street, donde una firma de representación que trabajaba para Levan (y para la ABC), le impidió hacer sus tomas.
(Los abogados de la cadena ABC le han aconsejado a Stossel que no converse con periodistas acerca del veredicto en el caso de Levan pues la cadena está apelando el veredicto.)
"20/20" también le dio gran importancia al hecho de que Levan instaló costosas puertas de seguridad fuera de su mansión, y según dio a entender, esto se debía a que el banquero estaba tratando de escapar de los pequeños inversionistas a los que había extorsionado. Stossel y su productor sabían que Levan mandó a colocar las puertas luego del secuestro de que fueron víctimas su esposa e hijo unos años atrás. (Levan, por su parte, les pidió que no se refirieran al asunto.) Entre sus testimonios, Levan también aseguró que la ABC editó indebidamente un vídeo de una audiencia congresional donde él testificó.
"Es evidente que ‘20/20’ presentó los hechos de manera inapropiada", escribió Turnoff. "Muchas de las afirmaciones individuales realizadas en la historia fueron engañosas, cuando no completamente falsas", afirmó.
Contar sin exactitud
Al citar las partes del vídeo que fueron editadas de manera engañosa, y referirse al lenguaje cargado que se utilizó, Turnoff dijo: "estos ejemplos indican que las prácticas utilizadas por ‘20/20’ para presentar esta historia fueron vergonzosamente irresponsables. El que suscribe quedó con la impresión de que a la ABC le interesaba más mostrar una buena historia que contarla con exactitud. Aunque el trabajo como un todo estuviera correcto desde el punto de vista estrictamente legal, no es un ejemplo de periodismo ético."
Floyd Abrams, el conocido abogado que representó a la ABC, dice que cuando Turnoff hizo esos comentarios aún no había escuchado las evidencias presentadas por la cadena. Admite que algunos detalles de la historia –como la afirmación de que Levan no quería entrevistarse con la ABC– pudieron presentarse de manera diferente. "No hay dudas de que este fue un programa que transmitía un punto de vista y que ese punto de vista era extremadamente crítico hacia Levan y el tipo de negocio que este realizaba", afirma Abrams.
Pero, añade, el asunto que motivó a realizar la historia estaba bien respaldado. "Todas las personas independientes a la transacción, con las que se conversó [la ABC] tenían el criterio unánime de que el negocio había sido tremendamente desfavorable para los socios", dice Abrams.
El problema, sin embargo, es que mostrar una imagen correcta del tema, en términos globales, no justifica las pequeñas distorsiones de la verdad o los engaños. Como escribió Turnoff, "Si la prensa se olvida de la verdad que hay en los detalles, ¿cómo el público puede confiar en que la esencia es verdadera?"
El asunto importante aquí es si los casos de Food Lion y de Levan representan ejemplos de aberración en el ejercicio del periodismo o si no son más que un reflejo de problemas más profundos en este tipo de revistas televisivas.
En realidad cada año las cadenas de televisión hacen decenas de investigaciones valiosas y de gran impacto, y que, en algunas de ellas, utilizan cámaras ocultas. Pero mi experiencia indica que los casos de Food Lion y de Levan nos enseñan algo acerca de las presiones del periodismo investigativo en programas de este tipo que, en ocasiones llevan a los productores y corresponsales a actuar más como fiscales o jueces que como reporteros desapasionados. Es evidente que este no es un problema único de la ABC. El ejemplo más claro de tratamiento injusto de un tema fue el reporte transmitido en 1993 por el espacio "Dateline NBC" sobre las camionetas General Motor.
Pero ABC News ha sufrido ya bastantes dificultades de este tipo. En 1995, la cadena tuvo que disculparse en público ante Philip Morris, por la transmisión de una historia sobre la industria del tabaco. En 1993, en un segmento de cámara escondida la cadena siguió una historia sobre las líneas síquicas, que dio lugar a un veredicto de un millón de dólares contra ABC News. Esa decisión fue cancelada recientemente por una corte de apelaciones de California, aunque no se negó que el programa fue editado de manera engañosa. En 1994, un jurado de Alexandria, Virginia, determinó que "Prime Time" era culpable de difamación sobre una tienda de reparación de artículos electrodomésticos, en una historia grabada con una cámara oculta. El jurado prefirió ponerles la pena simbólica de pagar un dólar por daños punitivos, pero les hizo una inusual advertencia a ABC News: "Revisen los propósitos y los objetivos de ‘Prime Time’. Asegúrense de que el tipo de trabajo periodístico que se realiza en este programa es el que ustedes, como una distinguida organización de prensa, quieren respaldar con su nombre."
Más cuidadosos y justos
Estos programas se han hecho famosos, en parte, gracias a los beneficios de la confiabilidad y la credibilidad de estas cadenas. Sus nombres tienen un enorme valor, construido en base a la confianza de los televidentes en programas como "CBS Evening News" y "Nightline."
Al poner el nombre de ABC News a espacios como "PrimeTime" o "20/20," la cadena está poniéndoles a esos programas un sello de aprobación. El peligro es, entonces, que esos espacios no protejan el valor de ese nombre con el mismo cuidado que lo hacen "Nightline" o "World News Tonight." Y que, como resultado, el prestigio de ABC News, como un todo, se vea empañado.
Reuven Frank, quien fuera presidente de noticias de la NBC, afirma: "Se corre el riesgo de perder todo lo que le quede de credibilidad a los espacios de noticias de las cadenas." Y añade: "Ellos tienen ese privilegio y lo tendrán siempre si son cuidadosos, pero no lo están siendo."
Hasta ahora, sin embargo, el problema de las revistas noticiosas no parece haber perjudicado a las cadenas. Luego de los veredictos sobre los casos de Food Lion y Levan, la ABC realizó una encuesta en la que se reveló que los programas de este tipo logran altos niveles de audiencia debido a "su ética y honestidad", más que los periódicos locales y que la prensa en general, y más que la administración Clinton o las figuras políticas. El 72 por ciento de los encuestados dijo que los periodistas investigadores de la televisión son más "cuidadosos y justos", y, más de la mitad estuvieron de acuerdo con el uso de reporteros encubiertos.
Arledge, de la ABC, dice que los televidentes son capaces de distinguir entre una revista noticiosa y la transmisión de una noticia pura. "No creo –dice– que la reputación del New York Times, por ejemplo, se perjudique porque publica crucigramas y recetas en su revista dominical. La gente sabe de qué se trata."
De cualquier manera, los veredictos en los casos de Food Lion y Levan deben servir como recordatorios de que en el trabajo de la prensa existen límites, incluso cuando se anda detrás de un "tipo malo". Y lo que es más, es discutible que la credibilidad de todos los reporteros queda dañada cuando se demuestra que una importante organización de prensa como la ABC ha actuado injustamente o le ha dado la espalda a los principios éticos. Es por esto que los periodistas no deben condenar desde un primer momento cualquier veredicto contra la prensa, sobre todo porque si ese veredicto sirve de contención frente al periodismo irresponsable, nos estará haciendo un gran servicio a los periodistas, los lectores y los televidentes.

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