Lectura para jimena
Falsimedia y sus escritores
(No sé quién fue el inventor del palabro, pero es igual, será vox populi, es sumamente afortunado y espero que acabe formando parte del vocabulario de la DRAE). Este artículo mío versa sobre la falsía que acompaña a los medios de comunicación en los aspectos más allá de lo registrado por los boletines de noticias. Jaime Richart [16.03.2006 16:06] - 94 lecturas - 8 comentarios
Pero también, sobre el pobre juicio que me merece gran parte de los escritores que colaboran en Falsimedia por muy brillante que sea su pluma o precisamente por serlo...
Que las Torres Gemelas ardieron y se desplomaron un 11 de setiembre, que un tren en la estación de Atocha de Madrid explosionó un 11 de marzo, que el PSOE ganó las elecciones en España el año 2000, que nevó ayer en los Pirineos, que el Madrid empató hace unos días con el Arsenal o que Bush, Bono o Blair han dicho en rueda de prensa esto o lo otro y aparece entrecomillado, son datos incontrovertibles. No ofrecen dudas, nadie los discute y cualquiera puede verificarlos.
Pero ¡ay amigo!, quién fueran los autores y por qué del 11-S y del 11-M, cuáles fueran, si las hubo, las intentonas de manipular el escrutinio de las elecciones generales, si fueron 12 ó 20 centímetros de nieve los que cubren las pistas de esquí de Baqueira, si en el resultado del partido hubo intentos de soborno, o si lo entrecomillado se saca o no decontexto son datos cuya factibilidad depende de la credibilidad que nos inspire quienes transmiten con proyección global cada noticia. ¿Qué razones hay para mentir, para deformar o para manipular hechos, autores, motivos de las grandes y pequeñas noticias? Miles. Políticas, mercantiles, ideológicas, bursátiles. Ayer oía, por ejemplo, que China ha reconocido "su fracaso" en su política en varias áreas de sus Ministerios. No es exactamente así. China dice que no ha alcanzado todos los objetivos que se había propuesto. Menuda diferencia entre reconocer un fracaso y la naturalidad que hay en los políticos comunistas -sí políticos- y países de “buena voluntad”. Los ejemplos se podrían contar a diario por decenas...
La difusión de hechos y sucesos no ofrece en general particulares sospechas. Pero si se tiene en cuenta que quienes difunden luego los pormenores, la autoría de los mismos, etc sobre lo noticiado son personas de carne y hueso parapetadas tras agencias incorpóreas, personas jurídicas, tras grupos mediáticos que pretenden ser libres libres pero en realidad están comprados o interpuestos por el poder que perdura mientras el político de partido pasa, o que están simplemente a favor del Poder financiero, o que son gabinetes de prensa de las policías... el resto de lo que tiene relación con la noticia a lo largo de días, semanas, meses o años depende exclusivamente de la fiabilidad que inspiren las fuentes y quienes abren sus grifos. Para mí y para los que hemos sido tocados por el espíritu santo de Falsimedia, la fiabilidad es sencillamente ninguna.
Los periódicos tienen sus catecismos y libros de estilo, y los canales de radiotelevisión criterios cambiantes. De ellos nos hemos de fiar y por ellos nos enteramos “de todo”. Pero lo cierto es que medios audiovisuales y prensa no tienen más controles que los que provienen de ellos mismos; cierto es que a menudo entre ellos se solapan; cierto es que alegan una ética de la que hemos de confiar “porque sí”; que sólo dicen estar sometidos al poder judicial, un poder que o chalanea también con ellos o interviene muy poco o nada salvo a impulsos de querellas promovidas por los particulares...
En el argot internauta efectivamente se llama Falsimedia precisamente a los medios habituales de difusión. Significa como su propio nombre indica que cuentan “todos” con muy poca credibilidad en el sentido que digo. Aunque unos menos que otros. Muchos acostumbramos a desconfiar por definición porque tenemos motivos sobrados. Los escépticos, no tanto por condición personal como por lo que los antiguos llamaban "naturaleza de las cosas” (de rerum natura), por la lógica natural, por el conocimiento de la condición humana y de cada sociedad detectamos fácilmente las contradicciones que va dejando la estela de cada noticia. Sabemos bien hasta qué punto mienten, falsean, sesgan y tergiversan en función de las pautas interesadas de las facciones políticas asociadas a ellos, de los intereses financieros, comerciales, científicos que vigilan a fondo para no perder controles ni ganancias. También sabemos cómo actúan los medios que calculan constantemente cómo rentabilizar, estirándola, una pequeñez convertida en notición o cómo empequeñecer una noticia tremebunda y comprometedora para alguien o para alguna institución, en pequeñez. (Incluso a fuerza de ver un millón de veces el impacto de los aviones en el WTC me hace a veces sospechar que fue un juego de ilusionistas como los de David Coperffield, igual que también hoy hay quien duda de que el hombre haya llegado a poner pie en la luna)
Pero es que los analistas políticos, los periodistas y hasta los escritores al uso siguen la misma senda en la dirección trazada por los medios. La dirección de la noticia ha sido a su vez marcada, sugerida o impuesta por el Poder. De este modo, lo cierto es que los sucesos de hoy sólo serán verificables con un cierto porcentaje de fiabilidad dentro de 30 ó 40 años, o quién sabe si dentro de dos siglos.
De momento todos los hechos están para “nosotros” bajo sospecha. Y mucho más los que hay detrás de ellos. Somo scontraconspirativos de las conspiraciones. Desde el real liderazgo terrorista de Bin Laden, pasando por las atrocidades personificables en Milosevic, hasta la sospechosa autoría del 11-S que muchos atribuyen ya a la propia administración yanqui, en realidad es imposible saber qué se cocina sobre todo ello.O sí, que se oculta lo que importa y se ilumina lo que les conviene; que se nos hace creer lo que no es y se nos vela lo que es...
Todo lo que llega al gran público mundial sobre lo que sucede o no sucede, sabiendo que se hace opaco a menudo lo grave y se magnifica lo insignificante, es un producto manufacturado o una conspiración que ha triunfado sobre otras conspiraciones. Esta es sencillamente la historia del mundo en los momentos que se juzgan los acontecimientos. Conspiraciones que suprimen otras conspiraciones. Los árboles mediáticos no dejan deliberadamente ver la maraña de hechos complejos. Y del mismo modo que es mucho más difícil conocerse uno a sí mismo que al otro, es más complicado analizar los hechos que vamos viviendo en el día a día y en nuestro propio pueblo, que analizar lo que “parece” ha sucedido y cómo ha sucedido a cinco mil kilómetros de distancia. La relación espacio tiempo está presente también en todo en la historia del presente.
Así pues, mis reacciones contra los escritores que analizan con pluma hábil los hechos es consecuencia de esta resistencia mía y de la mayoría en Internet a lo que Falsimedia cuenta. Y los crítico y acuso severamente porque creyendo, como creen ellos a pie juntillas lo que les cuentan -que es lo mismo que se nos cuenta a todos-, levantan monumentos a la retórica y lucen sus cerebros extraordinarios en vez de desconfiar o ceñirse a análisis de los hechos desnudos que nadie va a poner en duda.
Ya sé que esto último es lo que hace el filósofo y el intelectual puro. Por eso niego esa condición a todos aquéllos, por muy profesorales que sean sus prédicas o por serlo; porque acaban de ese modo haciéndose cómplices de la gran impostura que, a través de Falsimedia, está sumido el mundo de hoy.
La cuestión es que si esos ilustres escritores ponen en duda lo que leen, oyen y ven a diario, como hacemos los que estamos a este lado del asunto, se les caería el palo del sombrajo, no podrían elaborar tan sesudamente sus escritos y la prensa y medios quedarían reducidos a boletines de noticias y guías comerciales. Sólo los filósofos verdaderos tendrían verdadero derecho a difundir sus reflexiones, y nosotros celebrarlo. Porque los filósofos piensan sólo sobre hechos incontrovertibles y no sobrerumores y falsías de comadres, de mentideros y de patio de vecinas de mala muerte. Y sobre esto es sobre lo que ordinariamente escriben esos ilustres que a menudo cito y detesto. Y los detesto justamente por eso, porque con su mejor o peor ganado prestigio apuntalan Falsimedia...
Evitemos ser domados por las claves que utiliza el Poder acompañadas de una cohorte de discursos de superficie escritos y difundidos por quienes glosan la realidad a partir "sólo" de ellas en los medios.
El consejo del día podría ser: dejemos de alimentarnos “sólo” del lenguaje y de la realidad única extraídos del pensamiento único, que es de lo que exclusivamente se alimentan a diario los necios...
Los puntos de vista que se pueden conocer en Internet siempre están desprovistos de toda intención espúrea: son el orujo del buen vino que la preocupación estética del Poder nos brinda para que todo encaje y cuadre. Y aunque sean ideológicos, este medio de tiene la ventaja de que permite enseguida verles el plumero. Sin embargo no sólo la realidad supera a la fantasía: también desmiente a menudo y rotundamente con creces a Falsimedia.
Por eso yo rogaría a quienes no crean en mí ni sean partidarios de mi forma de ver las cosas, que no me aleguen para llevarme la contraria millones de datos y opiniones que circulan por ahí fuera de Internet. Sepan que de uno en uno los cojo cada día con papel de fumar a pesar de que no fumo.
Falsimedia y sus escritores
(No sé quién fue el inventor del palabro, pero es igual, será vox populi, es sumamente afortunado y espero que acabe formando parte del vocabulario de la DRAE). Este artículo mío versa sobre la falsía que acompaña a los medios de comunicación en los aspectos más allá de lo registrado por los boletines de noticias. Jaime Richart [16.03.2006 16:06] - 94 lecturas - 8 comentarios
Pero también, sobre el pobre juicio que me merece gran parte de los escritores que colaboran en Falsimedia por muy brillante que sea su pluma o precisamente por serlo...
Que las Torres Gemelas ardieron y se desplomaron un 11 de setiembre, que un tren en la estación de Atocha de Madrid explosionó un 11 de marzo, que el PSOE ganó las elecciones en España el año 2000, que nevó ayer en los Pirineos, que el Madrid empató hace unos días con el Arsenal o que Bush, Bono o Blair han dicho en rueda de prensa esto o lo otro y aparece entrecomillado, son datos incontrovertibles. No ofrecen dudas, nadie los discute y cualquiera puede verificarlos.
Pero ¡ay amigo!, quién fueran los autores y por qué del 11-S y del 11-M, cuáles fueran, si las hubo, las intentonas de manipular el escrutinio de las elecciones generales, si fueron 12 ó 20 centímetros de nieve los que cubren las pistas de esquí de Baqueira, si en el resultado del partido hubo intentos de soborno, o si lo entrecomillado se saca o no decontexto son datos cuya factibilidad depende de la credibilidad que nos inspire quienes transmiten con proyección global cada noticia. ¿Qué razones hay para mentir, para deformar o para manipular hechos, autores, motivos de las grandes y pequeñas noticias? Miles. Políticas, mercantiles, ideológicas, bursátiles. Ayer oía, por ejemplo, que China ha reconocido "su fracaso" en su política en varias áreas de sus Ministerios. No es exactamente así. China dice que no ha alcanzado todos los objetivos que se había propuesto. Menuda diferencia entre reconocer un fracaso y la naturalidad que hay en los políticos comunistas -sí políticos- y países de “buena voluntad”. Los ejemplos se podrían contar a diario por decenas...
La difusión de hechos y sucesos no ofrece en general particulares sospechas. Pero si se tiene en cuenta que quienes difunden luego los pormenores, la autoría de los mismos, etc sobre lo noticiado son personas de carne y hueso parapetadas tras agencias incorpóreas, personas jurídicas, tras grupos mediáticos que pretenden ser libres libres pero en realidad están comprados o interpuestos por el poder que perdura mientras el político de partido pasa, o que están simplemente a favor del Poder financiero, o que son gabinetes de prensa de las policías... el resto de lo que tiene relación con la noticia a lo largo de días, semanas, meses o años depende exclusivamente de la fiabilidad que inspiren las fuentes y quienes abren sus grifos. Para mí y para los que hemos sido tocados por el espíritu santo de Falsimedia, la fiabilidad es sencillamente ninguna.
Los periódicos tienen sus catecismos y libros de estilo, y los canales de radiotelevisión criterios cambiantes. De ellos nos hemos de fiar y por ellos nos enteramos “de todo”. Pero lo cierto es que medios audiovisuales y prensa no tienen más controles que los que provienen de ellos mismos; cierto es que a menudo entre ellos se solapan; cierto es que alegan una ética de la que hemos de confiar “porque sí”; que sólo dicen estar sometidos al poder judicial, un poder que o chalanea también con ellos o interviene muy poco o nada salvo a impulsos de querellas promovidas por los particulares...
En el argot internauta efectivamente se llama Falsimedia precisamente a los medios habituales de difusión. Significa como su propio nombre indica que cuentan “todos” con muy poca credibilidad en el sentido que digo. Aunque unos menos que otros. Muchos acostumbramos a desconfiar por definición porque tenemos motivos sobrados. Los escépticos, no tanto por condición personal como por lo que los antiguos llamaban "naturaleza de las cosas” (de rerum natura), por la lógica natural, por el conocimiento de la condición humana y de cada sociedad detectamos fácilmente las contradicciones que va dejando la estela de cada noticia. Sabemos bien hasta qué punto mienten, falsean, sesgan y tergiversan en función de las pautas interesadas de las facciones políticas asociadas a ellos, de los intereses financieros, comerciales, científicos que vigilan a fondo para no perder controles ni ganancias. También sabemos cómo actúan los medios que calculan constantemente cómo rentabilizar, estirándola, una pequeñez convertida en notición o cómo empequeñecer una noticia tremebunda y comprometedora para alguien o para alguna institución, en pequeñez. (Incluso a fuerza de ver un millón de veces el impacto de los aviones en el WTC me hace a veces sospechar que fue un juego de ilusionistas como los de David Coperffield, igual que también hoy hay quien duda de que el hombre haya llegado a poner pie en la luna)
Pero es que los analistas políticos, los periodistas y hasta los escritores al uso siguen la misma senda en la dirección trazada por los medios. La dirección de la noticia ha sido a su vez marcada, sugerida o impuesta por el Poder. De este modo, lo cierto es que los sucesos de hoy sólo serán verificables con un cierto porcentaje de fiabilidad dentro de 30 ó 40 años, o quién sabe si dentro de dos siglos.
De momento todos los hechos están para “nosotros” bajo sospecha. Y mucho más los que hay detrás de ellos. Somo scontraconspirativos de las conspiraciones. Desde el real liderazgo terrorista de Bin Laden, pasando por las atrocidades personificables en Milosevic, hasta la sospechosa autoría del 11-S que muchos atribuyen ya a la propia administración yanqui, en realidad es imposible saber qué se cocina sobre todo ello.O sí, que se oculta lo que importa y se ilumina lo que les conviene; que se nos hace creer lo que no es y se nos vela lo que es...
Todo lo que llega al gran público mundial sobre lo que sucede o no sucede, sabiendo que se hace opaco a menudo lo grave y se magnifica lo insignificante, es un producto manufacturado o una conspiración que ha triunfado sobre otras conspiraciones. Esta es sencillamente la historia del mundo en los momentos que se juzgan los acontecimientos. Conspiraciones que suprimen otras conspiraciones. Los árboles mediáticos no dejan deliberadamente ver la maraña de hechos complejos. Y del mismo modo que es mucho más difícil conocerse uno a sí mismo que al otro, es más complicado analizar los hechos que vamos viviendo en el día a día y en nuestro propio pueblo, que analizar lo que “parece” ha sucedido y cómo ha sucedido a cinco mil kilómetros de distancia. La relación espacio tiempo está presente también en todo en la historia del presente.
Así pues, mis reacciones contra los escritores que analizan con pluma hábil los hechos es consecuencia de esta resistencia mía y de la mayoría en Internet a lo que Falsimedia cuenta. Y los crítico y acuso severamente porque creyendo, como creen ellos a pie juntillas lo que les cuentan -que es lo mismo que se nos cuenta a todos-, levantan monumentos a la retórica y lucen sus cerebros extraordinarios en vez de desconfiar o ceñirse a análisis de los hechos desnudos que nadie va a poner en duda.
Ya sé que esto último es lo que hace el filósofo y el intelectual puro. Por eso niego esa condición a todos aquéllos, por muy profesorales que sean sus prédicas o por serlo; porque acaban de ese modo haciéndose cómplices de la gran impostura que, a través de Falsimedia, está sumido el mundo de hoy.
La cuestión es que si esos ilustres escritores ponen en duda lo que leen, oyen y ven a diario, como hacemos los que estamos a este lado del asunto, se les caería el palo del sombrajo, no podrían elaborar tan sesudamente sus escritos y la prensa y medios quedarían reducidos a boletines de noticias y guías comerciales. Sólo los filósofos verdaderos tendrían verdadero derecho a difundir sus reflexiones, y nosotros celebrarlo. Porque los filósofos piensan sólo sobre hechos incontrovertibles y no sobrerumores y falsías de comadres, de mentideros y de patio de vecinas de mala muerte. Y sobre esto es sobre lo que ordinariamente escriben esos ilustres que a menudo cito y detesto. Y los detesto justamente por eso, porque con su mejor o peor ganado prestigio apuntalan Falsimedia...
Evitemos ser domados por las claves que utiliza el Poder acompañadas de una cohorte de discursos de superficie escritos y difundidos por quienes glosan la realidad a partir "sólo" de ellas en los medios.
El consejo del día podría ser: dejemos de alimentarnos “sólo” del lenguaje y de la realidad única extraídos del pensamiento único, que es de lo que exclusivamente se alimentan a diario los necios...
Los puntos de vista que se pueden conocer en Internet siempre están desprovistos de toda intención espúrea: son el orujo del buen vino que la preocupación estética del Poder nos brinda para que todo encaje y cuadre. Y aunque sean ideológicos, este medio de tiene la ventaja de que permite enseguida verles el plumero. Sin embargo no sólo la realidad supera a la fantasía: también desmiente a menudo y rotundamente con creces a Falsimedia.
Por eso yo rogaría a quienes no crean en mí ni sean partidarios de mi forma de ver las cosas, que no me aleguen para llevarme la contraria millones de datos y opiniones que circulan por ahí fuera de Internet. Sepan que de uno en uno los cojo cada día con papel de fumar a pesar de que no fumo.
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